Alas anunnakis

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lunes, 5 de diciembre de 2011

YA NO LES CREO


Siempre he sido un tanto apolítico, aunque siempre he tenido una clara idea de lo que quiero y de lo que no quiero, tanto para mí como para los demás. Y siempre he creído que sería un gobierno de centro-izquierda quien pudiese dar mayores y mejores respuestas a mis principios, aunque he de confesar que ello nunca me ha quitado el sueño. Pero después de los últimos acontecimientos políticos y socio-económicos, ya no les creo. Ni a unos ni a otros. Todos mienten, todos engañan, todos ocultan, todos prevarican, todos manipulan, todos abusan, todos se enriquecen, todos todo: todo lo que no debe ser, todo lo que no se debe consentir, todo lo que no se puede aceptar.

Ya no creo en los políticos, sea cual sea su color, ni ya me interesa más que una política que entienda que todos somos polvo de estrellas, que todos venimos de un mismo origen y nos encaminamos a un mismo fin, que no somos más que inquilinos de un planeta que se nos ha dado en usufructo, a todos por igual, a cambio de un único precio: cuidarlo, respetarlo, protegerlo y disfrutarlo. 
Ahora toca cambiar de asiento, porque si bien el sabio se puede sentar en un hormiguero, sólo el necio se queda sentado en él. Es pues hora de levantarse del hormiguero y emprender un cambio de rumbo hacia la paz, la honestidad y la justicia social. No contará a partir de ahora con mi apoyo ningún partido que no tenga como eje central el humanismo y la ecología, porque está al caer una nueva toma de La Bastilla y el decimonónico eslogan de Liberté, égalité, fraternité adquiere una nueva vigencia, esta vez en boca de “los indignados”, un creciente grupo humano los que inicialmente fueron tachados de “andrajosos y piojosos” y que sin embargo han significado un importantísimo fenómeno social de ámbito mundial. 

Ahora, yo también soy piojoso. Yo también me rebelo contra la tiranía de los poderes fáctico-económicos, contra la banca y los banqueros que, con cantos de sirenas nos han hundido en la miseria; contra los gobiernos en la sombra que son los dueños del mundo y lo manejan valiéndose de los mandatarios de las grandes potencias, puestos y titirizados por ellos y que a su vez ponen y quitan gobiernos y gobernantes en todo el mundo y hunden economías a su antojo y conveniencia; que deciden sobre la riqueza y la pobreza, sobre el empleo y el paro; que crean crisis mundiales con un dinero virtual que nunca existió y deudas virtuales que nunca debieron existir; que fabrican plagas y pandemias para reducir la población mundial, principalmente a costa de eliminar a los desgraciados de los países más pobres, incapaces de adquirir las vacunas que a precio de oro les venden los mismos que les han contagiado; que envenenan nuestros cielos y nuestro aire con productos y elementos químicos de alta toxicidad, como el polvo de bario contenido en los chemtrails, y nuestras aguas con unas injustificadamente elevadas dosis de flúor absolutamente innecesarias; que controlan la climatología y la aparición de fenómenos naturales que provocan catástrofes de ingentes dimensiones en aquellos países “insurrectos” que suponen una amenaza ante su tiranía y sus ansias de dominar el mundo, para lo cual no dudan en valerse de armas radiactivas, como el Haarp, que utiliza la ionosfera a modo de espejo reflector, no sin antes producir irreversibles daños en ella... 

Pero ellos no tienen problema. Son los que mandan, los importantes, los ricos, los poderosos, el nuevo pueblo elegido por ellos mismos para sobrevivir a la catástrofe mundial a la que nos conducen. Sus bunkers y refugios están ya listos y equipados. El NWO está ya en marcha.

Abramos los ojos y miremos alrededor. Escudriñemos lo que está ocurriendo, aprendamos de ello y unamos sinergias, conciencias y voluntades, porque aunque todos somos ignorantes, no todos ignoramos las mismas cosas. 
Yo, por mi parte, he construido castillos tan hermosos en mis sueños, que solo con las ruinas me conformaría. Seguramente puedan destruir nuestra civilización, y posiblemente lo hagan. Pero no con mi voto.   

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