Alas anunnakis

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lunes, 29 de mayo de 2017

LA PARÁBOLA DE LAS VACAS



Erase un enorme y verde prado en el que vivían felices un centenar de hermosas vacas, todas ellas tan asombradas como agradecidas por el maravilloso trato y cuidados que recibían de los seres humanos: “Nos ayudan cuando nacemos, nos alimentan cuando tenemos hambre, nos sacan a pasear para mantenernos ágiles, nos ordeñan para aliviar la tensión de nuestras ubres, nos lavan cuando estamos sucias, nos curan si enfermamos, y llegado el momento, nos envían un camión que nos traslada a otro prado aún mejor, repleto de hermosos toros donde, además de encontrar a nuestras medias naranjas, nos ayudarán a parir y harán todo esto mismo con nuestra descendencia”, se decían entre ellas…..  

Un buen día, una de las vacas se acercó, azarosa, hasta donde pactaba un grupo de ellas, y exaltadamente les dijo: ¡¡¡Estamos todas equivocadas, los humanos no son lo que parecen, no son nuestros benefactores, sino unos seres abominables, pérfidos, crueles y asesinos!!!    ¡¡¡¡Y el camión que de vez en cuando recoge y traslada a algunas de nosotras, no nos conduce a un paradisíaco prado, repleto de bravos y apolíneos toros, sino a un lugar que llaman matadero donde nos disparan en la cabeza, nos cuelgan de un gancho hasta que nos desangramos, nos arrancan la piel, nos cortan a pedazos, y después… nos comen…!!!.
¡Tú eres una vaca loca, mentirosa y desagradecida!, le dijeron las otras vacas. ¿Cómo puede hablar así de los humanos, que tanto se preocupan por nosotras? ¡No mereces ni la vida!, arremetiendo contra ella y corneándola hasta matarla.
Todas las restantes vacas del rebaño apoyaron la acción adoptada por ese grupo de indignadas compañeras y continuaron felices hasta que, poco a poco, a todas les llegó el momento de ser subidas al camión y trasladadas a ese “paraíso prometido” con el que, aun a fecha de hoy y ajenas al destino que realmente les espera, siguen soñando todas ellas.

Moraleja: Mira más allá de tu alrededor, piensa por ti, pero escucha a todos, sospecha, lee lo que nadie lee y no des nada por errado o incierto hasta que no indagues lo suficiente sobre ello, porque quizás no te sientas atrapado no porque no lo estés, sino porque no hayas volado lo suficiente como para golpearte con los barrotes.   En definitiva…., no seas vaca.