Erase un enorme y verde prado en
el que vivían felices un centenar de hermosas vacas, todas ellas tan asombradas
como agradecidas por el maravilloso trato y cuidados que recibían de los seres
humanos: “Nos ayudan cuando nacemos, nos
alimentan cuando tenemos hambre, nos sacan a pasear para mantenernos ágiles,
nos ordeñan para aliviar la tensión de nuestras ubres, nos lavan cuando estamos
sucias, nos curan si enfermamos, y llegado el momento, nos envían un camión que
nos traslada a otro prado aún mejor, repleto de hermosos toros donde, además de
encontrar a nuestras medias naranjas, nos ayudarán a parir y harán todo esto
mismo con nuestra descendencia”, se decían entre ellas…..
Un buen día, una de las vacas se
acercó, azarosa, hasta donde pactaba un grupo de ellas, y exaltadamente les
dijo: ¡¡¡Estamos todas equivocadas, los humanos no son lo que parecen, no son
nuestros benefactores, sino unos seres abominables, pérfidos, crueles y
asesinos!!! ¡¡¡¡Y el camión que de vez
en cuando recoge y traslada a algunas de nosotras, no nos conduce a un
paradisíaco prado, repleto de bravos y apolíneos toros, sino a un lugar que
llaman matadero donde nos disparan en la cabeza, nos cuelgan de un gancho hasta
que nos desangramos, nos arrancan la piel, nos cortan a pedazos, y después… nos
comen…!!!.
¡Tú eres una vaca loca, mentirosa
y desagradecida!, le dijeron las otras vacas. ¿Cómo puede hablar así de los
humanos, que tanto se preocupan por nosotras? ¡No mereces ni la vida!, arremetiendo contra ella y corneándola hasta
matarla.
Todas las restantes vacas del
rebaño apoyaron la acción adoptada por ese grupo de indignadas compañeras y
continuaron felices hasta que, poco a poco, a todas les llegó el momento de ser
subidas al camión y trasladadas a ese “paraíso prometido” con el que, aun a
fecha de hoy y ajenas al destino que realmente les espera, siguen soñando todas ellas.
Moraleja: Mira más allá de tu alrededor, piensa por ti, pero escucha a todos, sospecha,
lee lo que nadie lee y no des nada por errado o incierto hasta que no indagues
lo suficiente sobre ello, porque quizás no te sientas atrapado no porque no lo
estés, sino porque no hayas volado lo suficiente como para golpearte con los
barrotes. En definitiva…., no seas vaca.
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